El lunes me desperté por obra y gracia de… ¿la virgen de la
esperanza? Ya que se me olvidó por completo ponerme el despertador. Me lo debía
haber puesto a las 07:00 horas y me desperté a las 07:01
Me preparé la mochila y me subí en el autobús, que en ese
momento estaba más que petado por la gente que va al trabajo, al hospital de
Murcia, etc. La cuestión es que tuve que ir de pié y no me di cuenta de donde
me había situado. El caso es que estaba tan tranquila cuando de repente paramos
y noto que algo me empuja, tardo unos segundos en reaccionar y ver que era la
puerta, que al abrirse se metía de canto para dentro del autobús y ahí estaba
yo, encasquillada entre una barra de hierro y la puerta a la vez que oía el
crujir de la botella de agua y las bolsas de patatas que llevaba en la mochila.
Con toda la gente mirándome tuve que gritar al conductor.
-¡Perdone, ¿podría abrir la puerta?! –grité algo nerviosa,
pues dije abrir cuando en verdad quería que cerrase.
-¿No está ya abierta? –me contesta.
-Sí, lo que quiero decir es que me he quedado encajada y me
está aplastando.
-¡Ah!, que te has quedado ahí pillada con la mochila jaja
–rió.
La verdad es que me asusté un poco al ver que la puerta no
cedía, pero en cuanto se cerró le di las gracias al conductor con una enorme
sonrisa. Se me da bien reírme de mi misma, de hecho tardé en dejar de sonreír
ya que la imagen mía “esclafada” delante de todo el mundo me resultaba muy
cómica.
<<Comenzamos bien el día. Si esto me pasa en el
autobús, ¿Qué me podrá pasar haciendo raft?>> -pensé.
Bajé del autobús después de una hora de camino y me monté en
el coche de la chica que me llevaría a Calasparra.
Nos encontramos con los monitores e hicimos el descenso en
raft por el Río Segura. De ese momento no tengo fotos ya que me daba miedo que
el móvil se me mojase. Estuvimos una hora y media descendiendo. A mitad de
camino realizamos una parada para visitar la Cueva de los Monigotes compuesta por pinturas
rupestres.
Comimos en un “salón cueva”. Se estaba muy bien, era
fresquito. Había mesas enormes y los asientos eran bancos de Iglesia.
Después de comer fui a echar un vistazo a la Iglesia. La figura de la virgen
no estaba porque en fiestas según me dijo una compañera que era de allí se la
llevan al pueblo, y en su lugar había una imagen de esta.
En muchas zonas del santuario hay huchas para que dejes una
limosna. Como el famoso monaguillo con el que todo el mundo se quería hacer una
foto. O al subir al Camarín.
Como en todas las iglesias también se recaudaba
encendiendo velas. Para mí es algo bonito, me gustó mucho y no era nada caro ya
que en muchas iglesias encender una vela cuesta 1 euro, aquí costaba 0,25
euros.
Como veis las velas se pueden coger perfectamente sin echar
el dinero, pero no creo que eso sea algo muy usual. O eso espero, hay que tener
un poco de respeto así que prefiero confiar en la buena fe de las personas.
No es que sea religiosa, aunque me sepa la diferencia de
precios en las velas de la
Iglesia jajaja, eso lo sé porque de pequeña cuando iba a
alguna ceremonia siempre me hacia ilusión echar el euro y ver como se encendía
la luz. Sin embargo meter la mano en el agua bendita me da un asquete
impresionante, a saber quien ha metido la mano ahí.
Dentro de la
Iglesia también pudimos ver un nacimiento de agua.
Más tarde subí al camarín
Un sitio en el que se muestran las ofrendas y las peticiones
que las personas le hacen a la
Virgen de la
Esperanza.
Al subir me llamó la atención este cartel:
Claro, a mí me vino a la cabeza ir a dirijirme a este ermitaño…
Más tarde descubrí que el señor ermitaño era el que
vivía o el que cuidaba de la ermita.
Bueno como decía subía al camarín, donde la gente
pone las ofrendas a la virgen. He de decir que es un sitio que me dio un poco
de mal rollo. Había ofrendas de todo tipo, trajes de novia, de comunión,
trenzas de pelo, miembros esculpidos en cera…
A continuación leímos la leyenda sobre el Santuario de la Virgen de la Esperanza.
Más tarde fuimos a una tienda de regalos, yo pensé que seria
algo cara, pero la verdad es que hay regalos de todos los precios. Desde
medallas, abridores, pulseras, figuras, navajas, pastilleros, miembros de cera
como los que salen en la foto anteior, etc.
También hay un restaurante que me gustó mucho en el que me
pasó lo mismo, creía que seria caro pero estuvo muy bien.
Más tarde bajé a ver el río Segura que pasa por ahí.
Hay una pequeña zona de baño, yo no pude meterme porque no
llevaba ropa para cambiarme y el agua me daba un poco de asquete, pero algunos
compañeros míos se dieron un buen chapuzón. Eso sí, en mi vida he comido
tantísimos mosquitos como estando en esa zona.
La pena es que antes había unas barbacoas, aunque está
prohibido hacer fuego en unos meses determinados de año y debido a una riada que
hubo han quedado totalmente en desuso por los motivos que se pueden ver a
continuación:
Y bueno, esta fue mi excursión al Santuario de la Esperanza. Lo recomiendo para
ir a comer y pasar un buen rato.
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